CUARESMA

Orar, reflexionar, meditar, actos de misericordia y, por qué no penitencia.
Aunque hoy día suene duro, inaceptable para algunos oídos.
Dejarse reconciliar con Dios (v. 2 Cor. 5, 20). Reexaminar conductas a la
luz de la Palabra . En esa dura tarea estaba cuando escribí el texto que
deseo compartir con Uds.

“…PORQUE MUCHOS SON LLAMADOS…”
Mt. 22, 14

Creyéndome justificada me presenté ante el Señor,
con voz clara y segura, le dije:
He dormido bajo cielos de zafiros azules.
Mis días fueron fecundos, mi andar pausado.
Mi camino signado por la rectitud y la prudencia.
Mis pasos no han dejado huellas que dañaran.
Resplandeció mi rostro en las mañanas
al contemplar la inmensidad del mar en mi mirada.

No empuñé armas.
Mi boca calló sin maldecir ni levantar perjurio.
No he sido injusta ni puede decirse que he hecho mal alguno.
Ensalcé tu nombre.
La oración precedió cada una de mis jornadas.

El Señor me respondió:

Cuéntame
a qué olía el bálsamo que derramabas sobre las heridas.
qué calidez habitaba tu corazón cuando respondías con perdón a las ofensas.
cuánta misericordia ponías en la escucha.
cuál es la medida de tu entrega,
cómo es la profundidad en tu enseñanza.

Dime
quiénes fueron los invitados del banquete que ofreciste;
de la madera y el tallado de la mesa, de los bordados del mantel , del sabor de los manjares,

Háblame
del paisaje en el que tu hermano se encuentra con su pena
del color del llanto de la viuda,
del desamparo en la mirada del huérfano,
de la impotencia que ensombrece el rostro del inválido,
de la desolación de aquél que no encuentra trabajo…”
Guardé silencio.
Con la cabeza gacha me alejé del pórtico que custodia su Morada.

María de las Mercedes