19/5/12

LEÍMOS Y COMPARTIMOS


ELSA TÉBERE DE ROSARIO
ESCRIBIÓ EN SU MURO DE FACEBOOK
Siempre comento acerca de lo bueno que era tener una "quinta " o huerta en la casa familiar.
Antes era muy habitual. Recuerdo que mi madre mientras estaba cocinando o por cocinar me decía: "Andá a traerme unas zanahorias de la quinta" y yo iba ,las arrancaba,sacudía la tierra que tenían y aún recuerdo el aroma de la verdura fresca y recién cortada.¡Una maravilla que jamás olvido! 
Había sembrados: papas,cebollas blancas y moradas, ajos, remolachas,arvejas,lechuga, tomates...
Con respecto a los tomates siempre recuerdo que a la hora de la siesta con mi hermana Nilda solíamos arrancar tomates¡ay ese aroma!- y lo comíamos chorreándonos la boca.Éramos niñas.
También en las casas de antes había diversos árboles frutales y en el fondo: un gallinero.De allí obteníamos carne y huevos y veíamos a la gallina "clueca" cuidar su nido y luego veíamos con curiosidad yu alegría nacer los pollitos. ¡Una experiencia única!.
Así vivíamos,con juegos y experiencias de contacto con la naturaleza.¡Otra época!.
Siempre pensé que si la gente cultivara aunque sea un pequeño espacio de tierra,no tendría porqué existir la desnutrición.Pero hay que fomentar la cultura del trabajo. Hay que palear la tierra ,pasar la azada,desmenuzarla con el rastrillo y las manos,poner las semillas y luego esperar la maravilla de verlas germinar.
Los niños ahora se pierden todo eso. Está bien está Internet y hay una comunicación con todo el mundo en un minuto ¡genial! pero no olvidemos el contacto con la naturaleza,para no alienarnos.
A raíz de esto que comento,una vez escribí:

Infancia


Había un alambrado
enredando rombos
con el aroma penetrante
de ese intenso granate,
que subía hasta la garganta
de la niñez.
Del otro lado mi amiga,
nuestros diálogos
pegados al verano.
Había una infancia,
misterios,incógnitas...
bichitos de luz
como en el poema de Derián,
linternitas flotantes
que apretábamos como anillos.
Una siesta desgajando
el perfume del limonero
y los tomates arrancados
en la quemante hora
de las travesuras.
Chorreaba ese jugo
en la boca saturada
de fragancias esenciales.
Todo era tan natural
como ese dulce de higos
sobre el pan casero.
Hojas de albahaca,
montoncito de menta fresca
en la mañana de pies descalzos,
cebollas trenzadas
colgando de un ayer;
el beso
sobre la barba húmeda
de mi padre,
al regreso del trabajo.
Y ese delantal
que mi madre enrollaba
entre sus manos
iluminando el día.


La casa
Esa ventana abierta ante el naranjo
perfumado de azahares y silencios...
Los ojos fijos en el cielo
de piedras preciosas que latían con mi aliento.
Juventud aspirando de la vida el suspenso.
Sonidos de grillos serruchando sueños,
en campanitas sutiles,repitiendo
el monótono cric cric de aquel momento.
Un reloj que sonaba a la hora en que el gallo
atronaba la mañana y despertaba el huerto:
canteros de lechugas frescas y cebollas bajo la tierra
hechas de ardor y de sustento.
Venía desde el patio,un aroma a limonero
y esas brevas a punto de estallar
dejaban su morado beso.
Las "viuditas" endulzaban el aire
y las moras dejaban su delicia por el suelo.
Frescas "ciñas" de multicolor belleza
ornaban los canteros
y una que otra violeta
sacudía entre las redondas hojas
su elixir mañanero.
Mamá iba y venía por la casa
¡que voló en el tiempo!.

Elsa Tébere

1 comentario:

  1. Cómo siempre Elsita tu poesía no tienen desperdicio y me maravilla que hagas poesía de todo ¡¡¡Y bien hecha!!!! Ya lo hemos hablado amiga. Sigo felicitándote desde el corazón. Mil bendiciones.
    Elsa Lorences de Llaneza

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