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REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA

Habiendo asistido a la V Semana de la Familia en la Pontificia

Universidad Católica Argentina Santa Maria de los Buenos Aires y no queriendo hacer un extenso articulo me limito a dar una serie de reflexiones que me vinieron en mente escuchando al principal expositor de dicha casade estudios.
La familia, al menos el núcelo familiar, es aquel lugar donde no hay
máscaras, un lugar de autenticidad, a veces vivida con dolor esa
autenticidad pero que nos fomenta un espacio de crecimiento, no nos
cierra en nosotros mismos.

Salvar la familia es salvar a la comunidad por que antes  que la
tribu, el clan o el estado estaba el núcleo familiar.
El sueño de la familia ideal no siempre es posible, y menos en estos
tiempos, pero no por esto deja de ser un espacio santo por tanto un
espacio de lucha.
Es también la familia causa de sufrimiento y de goce, pero ambos dan
frutos y es la experiencia más dulce de la vida.
Sin embargo en la familia son necesarios los tiempos personales, para
nosotros mismos mas allá de que la pareja es una unión total, una
alianza donde un hombre y una mujer aceptan desgastarse juntos,
deformarse y ayudarse mutuamente.
Jesús se hizo hombre y aceptó depender de otros, de la Sagrada
Familia, aceptó, aún siendo sabio y sanador, ser carpintero, ser
adolescente, ser niño, ser hijo de la Santísima Virgen y su
piadosísimo esposo San José.
San Agustín y Santa Mónica también son ejemplo cuando comparten su éxtasis.

La alianza de los esposos bajo la mutua pertenencia está sujeta a Dios
que es el único que puede operar sobre nosotros en este lazo sagrado.
Es necesario desilusionarse de la pareja y ver la realidad, para amar
con amor verdadero y no de fantasía, de individualismo moderno.
La Donación total de la pareja llega a su máxima expresión con los
hijos donde se muestra la entrega máxima, y en el caso de sacerdotes y
laicos consagrados se expresa mediante su amor a la comunidad y
dedicación ferviente.
En conclusión: la familia es lo que mantiene el orden en este caótico
mundo, un orden no meramente técnico sino parte del orden natural, un
orden establecido por Dios y que nos da felicidad verdadera y no
ilusoria.

Ezequiel S. Toti