10/5/12

CARTA DE UN SACERDOTE


Soy un simple sacerdote católico.  Me  siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo  en Angola como misionero.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en  vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa,  investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo.Así  aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70,otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes…  Ciertamente todo condenable!

  Se ven algunas presentaciones  periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas  de preconceptos y hasta odio. 
Me da un gran dolor por  el profundo mal que personas, que deberían  de ser señales del amor de Dios,  sean un puñal en la vida de inocentes. 

No hay palabra que justifique tales actos.

No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del  lado de los débiles, de los más indefensos.

 Por lo tanto todas las  medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la  dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta
Pero ¡Es curiosa la poca noticia  y desinterés por miles y miles de  sacerdotes que se consumen por  millones  de niños, por los adolescentes y los  más desfavorecidos en  los cuatro ángulos  del mundo! 
Pienso que a vuestro medio  de  información no le interesa que  yo haya tenido que transportar, por caminos  minados en el año 2002, a muchos  niños desnutridos 
desde  Cangumbe a Lwena (Angola),  pues ni el gobierno se disponía y  las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido  que enterrar decenas  de pequeños fallecidos  entre los desplazados de guerra y los  que han  retornado; 
Que le hayamos salvado la  vida a miles de personas en México  mediante el único puesto médico en 90.000  km2, así como con  la distribución  de alimentos y semillas. 
Que hayamos dado la  oportunidad  de educación en estos 10 años y  escuelas a más de 110.000 niños...

No es de interés que con otros sacerdotes   hayamos tenido que socorrer la crisis  humanitaria de cerca de 15.000  personas  en los acuartelamientos de la guerrilla,  después de su  rendición, porque no  llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. 

 No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las  noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la  calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen  de la gasolina que aspiran ganándose la vida como lanzallamas

 Que alfabeticen cientos de presos. Que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos  que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un  refugio. 
Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa  por casa confortando los enfermos y desesperados.

No es noticia que  más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería,  en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados  de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en  escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos…

O sobretodo, en parroquias  y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar. 
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por  salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya  transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino;

Que el hermano Francisco, con cinco  señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más  recónditas hayan muerto en un accidente en la calle;

 Que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente.

En el cementerio de Kalulo  están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la  región… Ninguno pasa los 40 años
No es noticia acompañar la  vida  de un Sacerdote “normal” en su día a día, en  sus dificultades y alegrías consumiendo sin  ruido su vida a favor de la comunidad  que sirve.


La verdad es que no procuramos ser  noticia, sino  simplemente llevar la Buena  Noticia, esa noticia que sin ruido   comenzó en la noche de Pascua.


 Hace más ruido un árbol que cae
 que  mil que árboles que crecen.


Se hace mucho más escándalo  por un sacerdote que falla que por  miles que dan su vida por los necesitados 


No pretendo hacer una apología  de la  Iglesia y de los sacerdotes. 
El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico.

Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos.

Hay miserias, pobrezas y fragilidades  como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada  criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria  en un  tema perdiendo la visión  de conjunto crea verdaderamente caricaturas   ofensivas del sacerdocio católico en la  cual me siento  ofendido
Sólo le pido amigo periodista,  busque la Verdad, el  Bien y la  Belleza.

Eso lo hará noble en su profesión.

En  Cristo,

P. Martín Lasarte sdb

"Mi pasado Señor, lo confió a tu Misericordia;
 Mi presente a tu Amor; Mi futuro a tu Providencia"
 
Ya  era hora de que llegara un  correo como éste, que en verdad vale  la  pena reenviar....esperemos que todos  los católicos podamos hacer un  poco  de contra-peso...no solo con reenviar este  correo, sino con  nuestro ejemplo de   vida.

Gracias Mariel Florentino por el envío.

1 comentario:

  1. Cuánta razón en esta carta. El ensañamiento con las malas noticias se produce porque lamentablemente es lo que vende. Muchas veces no tienen la culpa los periodistas sino nosotros los seres "humanos" que vivimos en este planeta y que somos los que compramos más el morbo que las buenas noticias.
    Elsa Lorences de Llaneza

    ResponderEliminar