Leer el libro de
cuentos infantiles que
Roberto
Antonio. Carvajal Montanaro, ha titulado Que no se apague el Sol (Literatura
didáctica para niños y niñas) ha sido como
asomarse a la ventana de la ternura.
Primero atrapan
las ilustraciones que parecen creadas por manos infantiles. Tal vez lo sean,
pero no lo menciona en los créditos.
Luego llaman la
atención la originalidad de los títulos. “Las abejas mágicas”, “El milagro de
las frutas”, “Que no se apague el Sol”, “Tira llamas”, “¿Por qué el búho es nocturno?”,
“Ronda de la mulita del diablo”, “Ronda de las abejas”, “Las mariquitas y las
mantis”.
Ya en la lectura
propiamente dicha, al ir descubriendo
los personajes uno no puede dejar de querer ser un niño y quedarse a vivir en
el mundo de fantasía propuesto por el autor en la trama de cada texto.
Los mensajes
están escritos en el modo de ser costarrisense, obviamente, pero responden a
un decir universal, por lo que pueden ser leídos por cualquier niño de
cualquier lugar de habla hispana.
Se nota el
conocimiento que el autor tiene de los clásicos infantiles pero se nota también
la delicadeza con que introduce detalles de su cultura.
Leer este libro
que cuenta con dos ediciones y una reimpresión, me permitió volver al país de mi infancia, ese
país tibio y soleado que todos los escritores guardamos en nuestro corazón.
Recomiendo vivamente su incorporación a las
bibliotecas familiares y escolares, tanto en ámbitos rurales como urbanos de
otros países de América Latina.
Eva Lucero de
Ortega
Escritora
argentina
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