2/8/12

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EL AMOR Y SU HISTORIA

La vida me enseñó que cuando se pisa la luna,
la noche es la que habla a través de su silencio,
las voces que se mudan adormecen el alma para
escuchar en la conciencia el perdón que ama.
Los colores de la ausencia son partidas lejanas,
que pintaron los poetas encantados que dormitan
y que han dejado entre los días de esta vida,
sus vivencias sus ganancias y sus garras.

Que el amor de Dios es una exigencia
y en esa prioridad cuando es acogido,
se manifiesta de mil maneras día a día,
en todo gesto y hasta en cada momento,
y sólo desde él podemos asumir las crisis,
los desencuentros, el morir por dentro,
para encontrar los anteojos que nos permitan
ver más allá de nosotros mismos.

Caminando los incendios aprendí a mirar
a los ojos para que la sonrisa se pinte de rojo,
y en esa magia que encontramos de a ratos,
muera lo ingrato para que el corazón baile
zapateando en la bolsa del amor más auténtico.
También la vida me regaló las lágrimas para
que mojara mi rudeza y en ese llorar percibí
cuan frágiles somos y cuanto debemos cambiar.

Me enseñó a ver como en los más sencillos,
se multiplica la generosidad desde la entrega, y
en la solidaridad se besa la necesidad del otro.
Y así me llamó a cambiar mi historia y la de mi amor,
compartiendo el latir de tantas vidas cerca de un Dios
que alienta y nos da la capacidad de dar con el
corazón y las manos abiertas, para que escribamos
la historia de tanta gente como en un domingo de sol.

ana maria capalbo


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