23/5/13

¡LA MERCEDITAS!

Imagen del oratorio de la familia Rolando, en la actual hacienda Shismay- 

Era el domingo 28 de abril pmo. pdo, partíamos desde el distrito de Amarilis, en la región Huánuco de la República de Perú. Íbamos rumbo a la hacienda de Shismay, a varias horas de auto, con mi hermano Celamita, el Comunicador Social Orlando Bravo Jesús, su sobrina Elenita y un chofer amigo, acostumbrados a subir caminos serranos.
Mi salud no era buena, pero mi corazón le daba ánimos a mis seis décadas, de las cuales casi dos esperé este viaje.
En un alto obligado del camino perdí el equilibrio y no podía levantarme. Elevé mis ojos al cielo y luego miré hacia abajo, vi el paisaje a cinco mil metros de altura sobre el nivel del mar. Parecía una imagen salida de la paleta de un pintor que maravilló mis ojos.
Una oración visceral le pidió al Señor que me perdonara si algo había hecho mal y le recordé (aunque Él ya lo sabe) que mi alma era suya, y le pedí que pudiera terminar con alegría ese domingo en la tierra de la eterna primavera. Subí al carro (como le dicen en Perú) y nos dirigimos nuevamente a Shismay.
Caminaba insegura todavía cuando llegamos a la casona restaurada recientemente.
Nos dirigimos a la capilla que fue de la familia Rolando. ¿Y a quién creen que encontré? Pues nada más ni nada menos que a la "Merceditas". Mi Madre del Amor Hermoso se presentaba en la misma advocación que desde la fundación de Chascomús acompaña a los hijos que creen en ella.
Mi emoción fue tan grande que no pude contener el llanto. Le agradecí por estar allí, tan cerca mío, cuando tan lejos de mi pueblo me encontraba... Y repetí en voz alta la oración que mi madre me enseñó cuando era niña: ¡Bendita sea tu pureza... y eternamente lo sea... Terminé con un "hasta pronto, Madre"...
Siguió el día y despacio disfruté de las alegrías, del aire, del paisaje, de las caídas de agua, de las visitas a las iglesias de Huánuco por la tarde... y del amor y los cuidados de la familia de Orlando.
Sólo hoy pude armar unas líneas, siendo como soy, una obrera de la palabra... pero quería que fueran para ella las más llenas de amor, de gratitud y de entrega… la primera de mis "crónicas" de mi paso por el paraíso andino... para ella... para la Merceditas... la celestial princesa de mi infancia y la madre de mi tercera edad.

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