Imagen del oratorio de la familia Rolando, en la actual hacienda Shismay-
Era el domingo 28 de abril pmo. pdo, partíamos desde el distrito de Amarilis, en la
región Huánuco de la
República de Perú. Íbamos rumbo a la hacienda de Shismay, a
varias horas de auto, con mi hermano Celamita, el Comunicador Social Orlando
Bravo Jesús, su sobrina Elenita y un chofer amigo, acostumbrados a subir
caminos serranos.
Mi salud no era buena, pero mi corazón le daba ánimos a mis seis décadas, de las cuales casi dos esperé este viaje.
Mi salud no era buena, pero mi corazón le daba ánimos a mis seis décadas, de las cuales casi dos esperé este viaje.
En un alto obligado del camino perdí el equilibrio y no
podía levantarme. Elevé mis ojos al cielo y luego miré hacia abajo, vi el
paisaje a cinco mil metros de altura sobre el nivel del mar. Parecía una imagen
salida de la paleta de un pintor que maravilló mis ojos.
Una oración visceral le pidió al Señor que me perdonara si algo
había hecho mal y le recordé (aunque Él ya lo sabe) que mi alma era suya, y le
pedí que pudiera terminar con alegría ese domingo en la tierra de la eterna
primavera. Subí al carro (como le dicen en Perú) y nos dirigimos nuevamente a
Shismay.
Caminaba insegura todavía cuando llegamos a la casona
restaurada recientemente.
Nos dirigimos a la capilla que fue de la familia Rolando. ¿Y
a quién creen que encontré? Pues nada más ni nada menos que a la
"Merceditas". Mi Madre del Amor Hermoso se presentaba en la misma
advocación que desde la fundación de Chascomús acompaña a los hijos que creen
en ella.
Mi emoción fue tan grande que no pude contener el llanto. Le
agradecí por estar allí, tan cerca mío, cuando tan lejos de mi pueblo me
encontraba... Y repetí en voz alta la oración que mi madre me enseñó cuando era
niña: ¡Bendita sea tu pureza... y eternamente lo sea... Terminé con un
"hasta pronto, Madre"...
Siguió el día y despacio disfruté de las alegrías, del aire,
del paisaje, de las caídas de agua, de las visitas a las iglesias de Huánuco
por la tarde... y del amor y los cuidados de la familia de Orlando.
Sólo hoy pude armar unas líneas, siendo como soy, una obrera
de la palabra... pero quería que fueran para ella las más llenas de amor, de
gratitud y de entrega… la primera de mis "crónicas" de mi paso por el
paraíso andino... para ella... para la Merceditas... la celestial princesa de mi
infancia y la madre de mi tercera edad.
BELLÍSIMO !!! Elsa Lorences de Llaneza
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