Amigos en el fútbol
Había una vez, en
la ciudad lagunera de Chascomús, un niño llamado Javito. Le encantaba recorrer
la ribera acompañado por su pelota. Siempre esperaba encontrar amigos a los que
les gustara jugar al fútbol. Se vestía completamente con los colores del Club
Boca Juniors. Hasta la pelota de cuero era amarilla y azul.
Un domingo se
encontró con Juancito, el pescador amigo de Lulú, la ranita memoriosa y de
Tavito, el caracol.
-¿No te cansás de
caminar tanto?
-No- le respondió
Javito. Siempre busco nuevos amigos y estoy seguro que los hallaré.
-¿Te parece?
-Sí… ¨¡Mirá! ¡Allí
hay un nene! ¿Lo llamamos para jugar?
-Bueno, dale.
Javito levantó un
brazo y le hizo señas al pequeño para que se acercara.
En el gran parque
de Los Libres del Sur, un pequeño y su familia, disfrutaban del día soleado. Eran turistas de Villa Allende,
en la provincia de Córdoba.
-Voy a jugar un
rato, mami… ya vengo…
-¿No te vayas
lejos!- dijo la mamá.
-¡Aquí nomás, mamá!
Mirá.. ese chico tiene una pelota… ¡ Y es de Boca!
.¿Te gusta?- le
preguntó Javito- ¿Cómo te llamás?
- Me llamo Tobías,
y me encanta jugar a la pelota! Vengo de Villa Allende.
-¿En serio?.. Mi
mamá nació allí. Y tiene un amigo poeta. Le dicen el “Negro” Leal. ¿Lo conocés?
-Sí el que era
cartero. Me alegro que también por estos lados sepan de él.
-¿Querés que
armemos un partidito?- propuso Javito.
-¡Pero si somos dos!-
respondió Tobías.
-Tres con el
pescador… y vendrán más… ¡Ya vas a ver!
En ese momento un
micro muy moderno y muy grande se detuvo y descendieron de él muchos jugadores
de fútbol., vestidos con los colores verde y amarillo.
-¡Son de Peñarol de
Montevideo!- dijo Javito que se conocía casi todos los cuadros de todos los
países.
-¡No lo puedo
creer!- exclamó Tobías.
-¡Creélo,
amigo!-dijo Juancito mientras dejaba su caña de pescar para participar.
-¡Hola, chicos!-
dijo un señor muy simpático- ¿Se podrá jugar al fútbol en este Parque tan
bonito?
-No sé si mucho
rato pero un ratito creo que sí.
-Era una broma-
dijo el Señor- Vinimos en realidad a conocer la laguna de Chascomús. Vimos
muchas fotos y videos en Internet. Entonces nos decidimos a tomarnos unos días
de descanso.
-Me parece muy
bien- dijo Javito- pero a mí me gustaría mucho jugar con ustedes que vienen de
tan lejos.
Te vamos dar el
gusto, entonces… pero… ¡mirá! ¡Allí paró otro micro grande como el nuestro!
-Son de San Martín
de Tucumán-dijo Juancito muy entusiasmado.
Los recién llegados
desplegaron una bandera larguísima, con
los colores de su Club sobre las ventanillas del micro.
Los jugadores de Peñarol
hicieron lo mismo, desplegaron su bandera y fueron a saludarlos y proponerles
un partido cortito.
-¡Que sea cortito
porque estamos cansados por el viaje!
El caso fue que el
juego se hizo tan lindo que nadie miró el reloj y la gente que pasaba por la Costanera comenzó a
detenerse y poco a poco se hicieron dos “hinchadas”, una para Peñarol y otra
para San Martín de Tucumán.
Juancito Lagunero
le pidió a Don Rocca, del Restaurant “Náutico” que preparara hamburguesas y jugos
en cantidad porque al parecer el partido iba para largo
entre empates, alargue y penales, todo incluido.
Al final terminó
ganando por 25 a
24 Peñarol de Montevideo.
Todos estaban muy
contentos. Al Técnico de San Martín se le ocurrió entregar dos trofeos como
símbolo de amistad: uno para Javito y otro para Juancito y una pelota de cada Club
a Tobías, el pequeño turista que no salía de su asombro y se puso más feliz aún
cuando Javito le regaló su querida pelota de Boca.
Los jugadores
intercambiaron camisetas y banderas y prometieron encontrarse cada año en
Chascomús cuando se tomaran descanso.
Colorín, colorete,
este cuento parece
de juguete.
Colorín oro y azul,
sólo puede suceder
en Chascomús.
Gracias a Gustavo, mi niño eterno, por acompañarme en la escritura con sus aportes valiosos sobre este deporte tan lindo.
Dedico este cuento al Negro Antonio Leal, poeta y memorioso de Villa Allende, con mi agardecimiento por todo lo que ha hecho desde la poesía.
Eva Lucero de Ortega
Noviembre de 2017
Así de simple y cordial debería ser todo en el fútbol. Dios permita que nuestros niños y todos los amantes de este deporte tan popular puedan seguir disfrutándolo. Gracias Eva y gracias Gustavo.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Yolanda. Este cuento escrito con Gustavo es una muestra de lo que puede el amor en lo que uno hace con los demás... Él ama el fútbol y yo amo escribir para los niños. Hace un rato una escritora de México me lo pidió para publicarlo en un blog para niños de su país... y vamos por más...
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