11/11/15

PREMIO NACIONAL " MARÍA ISABEL PLORUTTI" 2015 CUENTOS Y RELATOS PARA NIÑOS.

EL PAJARITO SIN NIDO 

  
Bajo el enorme pino del jardín, Martina y Andrés juegan a las escondidas, como todas las tardes.
     De repente, escuchan unos ruditos extraños, entre las hojas secas.  Martina se acerca y ahí nomás encuentra la carita asustada de un gorrioncito, a punto de llorar:
     _ ¡Pío, pío! ¡Píiiiiiio!
-¿Qué pasa, bebé?_ dice Martina, con toda la ternura de su corazón. _
     _ Se ha caído del nido _ explica Andrés. _  Y tiene mucho miedo: extraña a su mamá
_ Y a sus hermanitos… ¿Qué podemos hacer?
     _  Pío, pío, pío _  sigue gritando desesperado el gorrioncito.
_  Tiene mucho frío, pobrecito.
     _ ¡Pipippiiiipi! _ llama otra voz, con mucha insistencia.
     Martina y Andrés levantan la vista al mismo tiempo y allá, en medio del follaje divisan a la mamá, piando y llorando, también.
_ ¡Pobrecita!_dice Andrés _, debe tener miedo de nosotros y quiere estar cerca de su hijito!
     Martina y Andrés se alejan y ven que, de a poquito, la mamá llega para darle algo de comida. 
Pone su pico en el del pichoncito y revolotea un rato alrededor.  Después, arrima su cabecita a la de su hijo y los dos se quedan quietecitos, dándose mucho amor.
_ Te quiero mucho, bebé.  Te quiero mucho… Pero te apuraste mucho para volar…
  _ ¿Qué podemos hacer, mamá? _ consultan con mucha ansiedad los dos hermanos.
_  Lo mejor es dejarlo tranquilo y un poquito solo para que la mamá pueda acercarse. Lo llevaremos con mucho cuidado al balcón de la planta alta así estarán  más cerca uno del otro.
     _ Voy a buscarle miguitas de pan_ dijo Martina, y salió corriendo.
_ ¡Y yo voy por agua  y semillitas de alpiste!_ completó Martín.
     Todos los días, con muchísimo cariño, Martina y Andrés cuidan de Pío-pío.
_ Ustedes son mis amigos y los quiero mucho_  decía Pío-pío mientras crecía fuerte y probaba sus alitas en pequeños vuelos por el balcón.
     Por eso, la mañana de sol en que Pío-pío ya se mostraba  cada vez más seguro, Martina y Andrés  se pusieron  contentos  porque lo veían feliz pero también sintieron  en el pecho como una mano que les apretaba el corazón. 
     A Martina  se le pusieron los ojos muy brillantes y Andrés quiso hablar pero tenía como un nudo en la garganta: sabían los dos que su amigo estaba por partir...
     Entonces, Martina lo tomó con sus manitas, sintió cómo le latía muy fuerte el corazón y dejándole un besito en la cabecita tierna le dijo:
_ Que seas muy feliz, gorrioncito amigo.
     Andrés también le dio un beso y juntos lo dejaron sobre la balaustrada... 
 Pío-pío dio unos pasitos, luego tomó carrera y abrió sus alitas diciendo : 
_  Adiós, mis amigos, ¡nunca los voy a olvidar!
     Y así se fue por el cielo, volando, feliz.
Llevaba en su corazón, atesorado, el amor de Martina y Andrés,  que lo habían cuidado y querido cuando él tanto lo necesitaba!

 Cecilia María Labanca
Martín Coronado


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