11/11/15

PREMIO NACIONAL " MARÍA ISABEL PLORUTTI" 2015 CUENTOS Y RELATOS PARA NIÑOS.


UN ASUNTO URGENTE




Imagínense un suelo de pastos verdes, de muchos verdes, de esos que aparecen en las cajas de  48 lápices de colores.                                                                                                                                               Árboles  y de fondo  un cielo brillante con cositas que vuelan, de esas que se ven cuando miras la nada del aire.
Justamente allí, debajo de un árbol, conversaban una tortuga y un pato. Raro, sí, porque normalmente los animales de diferentes especies no suelen comunicarse. Pero el asunto era urgente: Un pichón se había caído del nido. “¿Cómo ayudarlo?”
La tortuga apenas podía empujarlo lentamente con su cabeza para ponerlo de pie.
El pato batía sus alas para darle aire.
Desde arriba una lechuza gorda opinaba  con un: “no, no, no “, meneando la cabeza.
“Necesitamos llegar más alto” -pensaron- mientras se iba acercando una vaca casi tan cuadrada como una mesa.
Se acomodó la vaca, arriba la tortuga, sobre su caparazón el pato…y así  iban subiendo…
”Necesitamos llegar más alto” -pensaron- Entonces un ratón se arrimó y rápido como una serpentina se trepó hasta el pato.
“Ya casi estamos, pero necesitamos llegar más alto” -pensaron. Ahí nomás apareció una cucaracha de esas grandotas pelirrojas. Subió haciéndole cosquillas con las patas a los de abajo, hasta pararse en la punta de la nariz del ratón.
Todos cuidando el equilibrio se aguantaban el calor, los apretujones y las ganas de reírse.  Pero, “necesitamos llegar más alto”-pensaron.
Tocando la trompeta, un mosquito zancudo con las patas más largas que su propio cuerpo llegó y se posó sobre las antenas de la cucaracha.
Ahora si estaban a la altura del nido, pero adentro no se veía a nadie. Seguramente su madre habría salido para conseguir comida.
Guiados por la lechuza, guardando la postura y sin moverse demasiado, buscaron como pasar al pollito de mano en mano, o, de pata en pata.                                                                                                                Que un poco a la derecha, que un poquito para acá y otro para allá… ojito no lo pisen, cuidado con las alitas, no tironeen que le  duele…y así, terminaron todos desparramados como una torre de cartas que  las atropella el viento.                                                                                                                
El pichón piaba en el centro, pero como todavía  era lenguaje de bebé, no se entendía bien si se estaba riendo, hambriento, enojado o con sueño.                                                                                              
Ahí entonces empezó el debate, raro, sí, porque entre diferentes especies no suelen comunicarse. Pero el asunto era urgente.
Al final, con respecto al polluelo no llegaron a ninguna conclusión, aunque, ¡la pasaron bárbaro!, un tema lleva al otro y.... hasta anécdotas compartieron.                                                                                                     
De repente la lechuza dijo:
 -¡Shhh!                                                                                                              
La mamá pájaro estaba en el árbol, con una pasta en el pico, observándolo  todo.  Dejó el alimento a un costado  del nido, aclaró su garganta y cantando dijo:
-“Carlitos, subí.”-Y ahí nomás el pequeño, moviendo las plumas desprolijamente pero al vuelo, subió y se acomodó en su sitio.
Los demás animales  lo siguieron con  mirada de  hinchada que espera el último gol para ganar el partido, pero en silencio –porque es raro que siendo de diferentes especies se comuniquen- y se fueron como llegaron, cada uno para su lado.
 Y colorín, colorado… (Igual que los tomates o como nos queda cuando nos raspamos) este cuento se ha terminado.                               

 Silvia N. Martínez
Ciudad de Buenos Aires


No hay comentarios:

Publicar un comentario