Zoquetitos blancos
con guillerminas negras luce mi vieja silla…
Ella se cree nena y
espera que se le caiga un helado de dulce de leche para soñar cuando de verdad
era niña.
¡Qué cuesta hacer
soñar!
Le puse dos
terminales como ojos que no ven para afuera pero por dentro
proyectan los colores de los jacarandaes y de los rosas de los palos borrachos
. Esos colores recorren túneles de hierro ásperos oxidados, pero qué
colores inventa por dentro. tornasolados , iridiscentes .
Le pongo un
tapete como atuendo mágico y toma impulso y vuela...
¡Allá va, mi silla
soñadora!
Me olvidaba, la
mesita la acompaña, pero está descalza y llora . Le voy a inventar
una cara redonda, sonrosada, de muñeca rusa de endeveras y
así viajará con la silla voladora a visitar a las cotorras y a los
zorzales, escondidos en las totoras.
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