3/5/17

PREMIO NACIONAL MARÍA ISABEL PLORUTTI

LA HERMANA DEL MEDIO



       Mi historia será la de la “hermana del medio”. Tal como lo escuchas. ¿Que tuvo un principio? Si. El 19 de diciembre del año de 2002.
La saga comenzó ese día. La fecha de nuestro nacimiento.
Mientras daba vueltas en la panza de mamá aprovechaba  a jugar al “Martín Pescador me dejarás pasar”, con quienes comprendía que iban a ser mis hermanas. Ansiosas estábamos las tres por salir al mundo exterior y yo quería ser  quien encabezara  la fila. Pero el juego me distrajo y cuando quise  reaccionar ya era tarde.  La forzuda, tremendo empujón mediante, y ante mi desconsuelo, pudo colocarse y avistar primero lo hasta ahí desconocido. Y no sólo eso. La egoísta cerró la puerta casi totalmente para que yo no empañase su felicidad de haberme ganado a llegar a los brazos de mamá.     
   Triste escuché la bienvenida cariñosa.  Ahí afuera  debía haber muchos de los nuestros. – Tal vez quince, tal vez veinte –pensé,  por las voces distintas que llegaban a mis oídos sin uso.  El alboroto me hacía pensar  en una pelea de todos contra todos, cada unprocuraba ganar un mejor lugar para la observación del anunciado nacimiento. ¿Habrán venido a verme a mí? Nunca lo sabré.
Lo que sí sé es que nací perdiendo. No pude ganarle a esa grandulona arrebatadora, que con malas artes se coló primera  en la estación de la vida.
Sí, soy la segunda hija de la primer “camada” de mamá, de su estirpe de bigotes y uñas y, eso me acarreó no pocos problemas desde el vamos.  Si hasta ya pensaba en salir lo más rápido posible para ir a ver un tal Doctor Psicologato, para hablarle de mi trauma inicial. Porque mi hermana será siempre la más  grande, la más importante y por supuesto va a pensar que siempre tiene razón, como te hacen creer los hermanos mayores.
Después supe que cuando ella salió a la luz, mamá se anonadó ante tanta belleza, lamió entre lágrimas ese cuerpito que aseguraba un futuro brillante y  una destreza conmovedora.  Pero primero debió cortar el cordón de plata que la ataba a ella. Y pasó lo que siempre pasa: la sangre bañó la cara de la cría, pero en segundos, madre, con su lengua llena de protuberancias ásperas, la dejó en condiciones  para la admiración de propios y extraños. Y no obstante esa tarea maravillosa nada le impedí el giro independiente de sus orejas intentando atrapar cada sonido del Cosmos, revisándolos, uno a uno, precisamente por si alguno le hablaba de peligros cercanos.
Pero todo indicaba que no.  Por eso seguía embadurnando a su niña con baba limpita. Pasaba su mano a contrapelo acechando a cualquier pulga inconveniente que quisiese instalarse en la recién llegada. Se escuchan gruñidos. ¡Que miedo! 
A todo esto, mami ya estará perdidamente enamorada de su primera hija. Yo no tengo dudas.
Como tampoco las tengo a acerca de su hermosura, por lo que sigo escuchando. Seguramente el viento de la ternura ya estará jugando a las escondidas entre sus pelitos, mientras se van acomodando hacia la armonía final y necesaria. ¡Que pena no estar ahí!  En tanto yo sigo adentro. Insisto golpeando la puerta de salida.  Pero madre pareciera no oír. 
¡Huy, ya empezaron las diferencias! Pero no me desanimo. Cambio de táctica solamente. Ahora le hablo directamente al corazón y eso resulta. Esta vez mi madre se conmueve.  Deja a un lado suyo a “la primera”.  Aspira todo el aire que sus pulmones le permiten, lo retiene y comienza a pujar haciendo uso de su incalculable fuerza. Los bigotes se le juntan con la cara para expulsarme de sus adentros. Ya comienzo a navegar por las aguas del río de la vida, el mismo que riega el jardín de mamá. Y acompañada de sus maullidos, sin resistencia ninguna, blondamente, así  aparezco a la vida, yo, la del medio.
El momento mágico sigue su desarrollo. Nos miramos. Nunca más sentí  nada igual ó parecido.  Sus ojos y su voz se distraían esta vez en mí. “Te amo”- me dijo – y sus palabras fueron una cálida melodía que abrazó todos mis sentidos.  “Tu rostro es angelical, ya mismo intentaré ponerte un vestido todo blanco”, aunque equivocadamente había pensado para ti retazos  multicolores.  Pero no, al verte, en ese mismo instante, comprendí que son impropios de tu condición.
Madre juntó sus patas delanteras y mirando al cielo pidió: “Concédeme tu presencia diosa Paknt “.  Yo miré para todos lados y ante mi sorpresa desmesurada la desconocida – para mí – apareció.
Yo no atinaba a darme cuenta de lo que estaba pasando. Así que me hice chiquita y sólo pensé en observar lo que para esta cría estaba cerca de ser un milagro. La Diosa, con plumaje contra el viento, plegó sus alas y dijo: “¡Aleluya! El cielo de los gatos me ha designado su enviada ante ti. Pídeme un único deseo, que por extraño que sea, puedo concedértelo!”
“Gracias por acudir a mi llamado, dijo mi mamá. Entenderás que mi condición de parturienta me impide arrodillarme ante ti. Pero escucha mi pedido. Tus dioses acaban de regalarme una niña de rostro angelical a quien no le va otro ropaje que un vestido todo blanco.
¡Y, mira estos retazos! En segundos se me aparecieron como impropios del angelito recién venido.  La Diosa pareció dudar y dijo: ” Un rostro angelical, que bien  lo tiene tu niña, a veces no dice todo.  Esas palabras me molestaron..  ¿Qué sabe ella de mí?  Tal vez sería una Diosa, si, pero a mí se me apareció por segundos  como una bruja mala y fea.
Miren que dudar así de una recién nacida y menos aún de mí.
Pero todo fue una falsa alarma. A la siguiente súplica de mamá, la extraña dama tomó en sus manos aquellos retazos multicolores, batió por tres veces sus majestuosas alas y como por efectos de magia se transformaron en tan blancos como los conejos blancos.  Otro batir de alas, un gentil saludo – esta vez me volvió a parecer nuevamente una Diosa – y se fue sin más trámite.  Ya no volvimos a verla, pero tras su partida todos comentaban del milagro producido en Gatilandia.
Claro que en un plano más terrestre otras cosas seguían pasando en derredor nuestro.  Mientras las hormigas van dejando un rastro de muchos olores de camino al hormiguero, cuatro gatitos de pobre apariencia, flacos y mal entrazados, venían cruzando la calle desde el galpón de chapa,  enfrente mismo a nuestro naciente mundo. Casi se desmayan cuando vieron el vestido amarillo a rayitas con que mami había vestido a “la primera”. Ni que hablar cuando vieron mi nuevo manto blanco. Si parecíamos modelos de Gucci-Gat.  Nuestros modelos  no tenían remiendos ni costuras  a la vista. Estaban cosidos por las mejores uñas retráctiles- dijo alguien – de una misteriosa ciudad llamada Paris. Sí, en el mismo lugar donde todas las especies del mundo, parece,  encargan sus crías.
Paris es un centro de belleza, una posada para los misterios, escuché decir a un gato viejo, con anteojos de profesor y barba de poeta. Y, siguió diciendo como será de misteriosa que hasta hoy no se ha descifrado, cómo alma alguna, en estos tiempos, pudo haber colocadla Cruz Mayor de la no menos misteriosa catedral de Notre Dame.
Cómo, y ¿para qué están los ángeles?, pensé yo en un arrebato de conocimiento emparentado con la fe.
Pero quiero volver a mí. Porque entre relatos, milagros y digresiones todavía no he terminado de presentarme. – Antes veo como aquellos gatos del galpón de enfrente vuelven prestos y rezongando al papel que la Naturaleza les confió en esta vida. Abrumados tal vez por las diferencias sociales. Pero bueno, ni mi hermana ni yo las hemos provocado, me digo, si no para conformarme, sí para cerrar este capítulo en el que tal vez pueda profundizar aquel profesor de gafas y barba blanca.
Mi familia desciende de la especie del “gato enguantado” – Félix maniculato-, cuyos primeros “miaus” parecen haberse oído en Nubia, unos miles de años atrás. 
Y, que de dónde saco esto  y que el nombre de “gato enguantado “ nos viene porque la especie en su origen lucía aparentes medias negras por calzado?
Les diré, sin  petulancia alguna: Los gatos sabemos absolutamente todo,  desde la panza. Leemos las mentes, desentrañamos todo misterio que ande dando vuelta. Usando a vecesla razón, otras el conocimiento y no pocas la videncia. Adjudicándonos respuestas para cualquier interrogante. Sabiendo de antemano cosas que otros ignoran. La prueba es que nos adelantamos a cualquier desastre natural. Sí, corremos primero que nadie.
Aunque también nos arrodillemos humildemente ante la fe, la piedad. Las buenas obras. – Ah, lo del ángel de Notre Dame es cierto, el que dude puede ir y mirarlo.
Ahora les voy a contar un poco de nuestra historia, que sin duda es muy interesante.
Un tal Termminek, quien desarrollo y probó su teoría del “gato enguantado “, allá por el año 1826. Avezado lector de nuestros orígenes,  acertó en que nuestra raza, de los desiertos de Nuhá, proliferó luego en el alto Egipto, donde nos veneraban  como a Dioses – y,  por eso creemos que lo somos -.
Si hasta el joven Champolión halló a orillas del Nilo, más precisamente en Beni Hessan, un templo consagrado a nuestra conocida Diosa Paknt, que tiene cabeza de gata.
¡Qué dolor! ¡Me picó una hormiga!
Mis tíos aseguran que los egipcios veneraban a los gatos. Ante cualquier peligro concreto o acechante,  lo  primero que hacían era tratar de salvarnos a nosotros. Si hasta habían legislado en nuestro favor, imponiendo pena de muerte a quien  matara a uno de nuestros parientes peludos. También me contaron que sus manos nos inmortalizaron en piedra y lienzos.
Tiempo y más tiempo fueron mezclando nuestras sangres. Distintas Dinastías se amaron entre sí. Los cruzamientos fueron múltiples. ¡Y, guay! del que intente profundizar sobre las distintas genealogías de nuestra raza. Más que un avezado investigador, tendría que ser un mago. Aunque a mí – bajando el nivel de razonamiento -  me encanta saberme la culminación de incontables amoríos de tejado.
Todas estas reflexiones, verdaderas muchas, controvertidas algunas, las hacía mientras la lengua de mamá acariciaba dulce y abrasadoramente cada parte de mi cuerpo. Por el resto de mis días seguiré igual: contrariando premisas comprobadas .desechando mentiras evidentes. Ah, y  también intentando atrapar  la verdades de la vida.
Hago un paréntesis en mis cavilaciones, mientras madre termina de asearme. Ahí caigo- abstraída como estaba – me olvidé que tendría que nacer vivita y coleando mi otra hermana si pretendo realmente empezar a ser  “la del medio “. Y en eso anda mamá.
Madre me contempla con mucha dulzura mientras me pone a un costado de su panza ensangrentada y comienza con la tarea de traer otro hijo al mundo.
Murmura plegarias en forma de maullidos. Sus gemidos buscan el tercer milagro del día… Pero la “más chica” parece resistirse. De afuera, presiento cierta indiferencia en “la chiquita” y noto el sufrimiento de mi alma-madre, que se vuelve sobre mí y me abraza, como buscando consuelo, en el día, para mí, más bello del Universo , me envuelve con su manto de ternura .
Ahora ronronea, sin resignarse. Tal vez la muy sinvergüenza  se siente segura dentro de la panza y por eso no se anima a dar el gran paso. ¡Pero mire usted que no animarse a nacer, nada menos! Mamá siente que sus patas le flaquean, el cansancio parece adormecerla.  El vientre se le pone tenso, aunque ahora parece aflojarse… Y, por fin ella asoma la cabeza, le hecha un primer vistazo al mundo pero vuelve a desaparecer. Madre se pone en estado de bronca manifiesta. Le da rabia que desde el principio sea tan caprichosa. Si hasta las cucarachas cercanas comienzan con sus murmullos. Claro que madre las escucha  aunque sin hacerles caso. Su sabiduría rechaza el chisme con mala intención, y dice: “Los chismosos son muy aburridos, porque no sólo se ocupan de descubrir secretos sino que además se lo cuentan a otros como ellos, y así todo…”
¿Tendrá razón mi madre?
Todos quieren vernos…Entre ellos las mariposas, que pasan y pasan sobre nosotras… Repentizan todo tipo de acrobacias. Si hasta ahuyentan a un molesto murciélago que venía por su cena anticipada y emitiendo sonidos que asustan. 
¡Ay! Aterran los maullidos de mamá…Luego dice: “¡Basta de tonterías, niña caprichosa!
¡Sal ya!  Silencio casi absoluto. La tozuda mantiene en vilo el disgusto-sufrimiento de mi reina-madre.
¡Jesús, es que ya no aguanto ni un segundo más! Casi implora. Pero nada.
Bien, saldrás si o si, se decide. Otra vez se hace de todo el aire disponible y permitido. Puja que te puja. Medio cuerpo ya está afuera, pero…Saben, todavía no ha terminado de nacer y ya me tiene aburrida.¡ ay , lo que va a ser mi vida entre la forzuda y  esta minúscula egoísta y caprichosa! No quiero pensar… Decido distraerme en el mientras tanto. Pero nada promete ser importante. Aunque sí. 
¿Qué animalito es ese, que teje y teje, cual Penélope de la naturaleza algo que asimila ser una tela?  ¿Estará confeccionando su propio vestido de bodas?
No, niega mi hermana,  Se trata de una araña y no hace más que preparar la base de sustento cotidiano. Lo que está fabricando es una terrible trampa. Claro que de seda, para ser más precisos. En ella caerán moscas como moscas, insectos  de todo tipo y color. No sé si lo ves, porque todavía estás medio chicata. Pobre, eso es lo que ella cree, pienso para mí. Yo veo. Allá vienen…En ingenuo vuelo, las primeras presas de la tejedora.
Efectivamente. Tres moscas de pequeño tamaño enredan sus cuerpos en la fina trampa.  La araña cae sobre las presas sin compasión alguna. Ya saciada, me mira y arremete desde su castillode hilos babosos: “esto que viste no es más que la vida. El bien y el mal pelean por sus propios espacios.  Y yo no sé de qué lado estoy en esa lucha. Algunas cosas que son buenas para unos son malas para otros. Pretendo conservar, eso sí, mi propio lugar. Y, además, seguir comiendo “.
¡Me da terror la peluda…! Pero la sigo mirando. Parece que me quiere hipnotizar la patuda. Después cierro los ojos. Los abro y los vuelvo a cerrar… ¡Tengo mucho miedo…!
La tardecita va dejando paso a la primera noche de mi vida. La sigo mirando a la peluda y me digo: Al contrario de Penélope, la araña no empieza a destejer su tela. Nadie navega hacia ella. Solo volarán mañana, desprevenidas presas de las que dará cuenta  sin culpas. Los pequeños  Ulises serán abatidos sin poder volver a Itaca.
Chistidos, ruidos a ramas que caen. La noche cuenta cosas que mejor no develar.
Pero volvamos ahora a nuestra  propia “odisea”. Mamá ya no soporta más estas idas y vueltas de la terrible pequeña. El ceremonial que está imponiendo nos tiene hartos a todos. La forzuda duerme intentando sobrellevar mejor su propio hastío. Un disco amarillo, que parece brillar con luz propia – después me enteré que se la prestan – me giña un ojo desde el cielo. ¡Epa! Esperen a que crezca, que yo también tendré mis propios tejados. Por ahora no quiero guiños de extraños. Estoy en otra cosa.
Mamá ensaya su último y casi desesperado argumento: “Te estás perdiendo montones de delicias que da la vida. ¡Vamos, afuera!
Toda la naturaleza aguarda en suspenso.
La paciencia de mi mami manifestó su agotamiento. Tiro de las patitas caprichosas con todas sus fuerzas y  al final la egoísta chiquita salió, claro que con una manita quebrada en dos partes.Madre se lamenta y ella llora. Llora sin parar la muy ladina. Así vino a la vida: enojada y con los puños cerrados, actitud que Dios mediante le concederá sus primeros éxitos en la vida, especialmente cuando especializó  en la defensa de nuestros derechos y garantías ante el pretendido avance del mundo de los perros. ¡Es terrible! Con sus ojos verdes penetrantes y pretendidamente misteriosos, es terrible.
Maullidos por aquí y por allá…Llegó cargada de gritos, sino violentos, al menos inconvenientes para una dama como yo. Mamá-vida la recibió con algunos sacudones, que no era otra cosa que querer disimular un enojo ya casi desvanecido por el amor de madre. Y ella, sin siquiera disculparse hasta rozó el atrevimiento con una mirada no exenta de sarcasmo. Madre, ensayó adoptar un aire militar ante esa actitud pero la chiquita la ignoró mirando para otro lado.
Sí, hubo muchos contratiempos, pero bueno, las tres ya estamos en el mundo de los vivos. Nuestra suerte primigenia fue precisamente esa: nacer vivas, como no todos tienen la suerte de hacerlo.  Ningún malvado programa  de población mundial nos lo impidió. Somos tres y llegamos casi juntas. Y estamos juntas. Claro que no sin problemas.
Mamá me mira y dice: -Córrete un poquito hacia la izquierda para que pueda cubrir a tu hermana más grande mientras me ayudas a darle calor a mi chiquita. Fíjate, está casi fría –“
Gotas de olvido caen sobre mami. Ya no recuerda ningún dolor. Sonríe y nos cubre con su cuerpo cansado.
¡La imaginación de Dios no tiene fronteras! Mira que hacernos tan bonitas e inteligentes…
Cientos de abejas visitan las flores y saludan a ma. La felicitan por el feliz alumbramiento.
Má nos explica que esas voladoras son buenas hasta ahí nomás, que tenemos que tener cuidado con ellas y sus terribles aguijones.
¡Ma…! La más chiquita me hace burla mientras la más grande me muerde. Este mundo es terrible.
Madre contesta: esto no es nada, comparado con los desafíos que deberás enfrentar al asomar los bigotes en el mundo más grande. Pero, igualmente, la exploración de la vida es muy interesante y está llena de sorpresas. ¿Qué son esos monstruos? – pregunto. Previa mirada mi hermana responde: Pollitos. Están buscando alimento.
Córrete. No me toques, dice la más grande. Yo la muerdo.
¿Entre tres hermanas, dónde crees que me sitúo yo? En el medio. Ahí donde no es fácil que te tengan en cuenta. La más grande se cree que se las sabe todas y la más chica se hace la indefensa.  Las diferencias  me abruman.  Todos saben que para un niño el mundo empieza y termina en los brazos de su madre.  Ellas me tienen al medio, para que má no pueda tocarme con sus suaves manos.  Esta realidad debe cambiar.  Tengo que pensar una vida fabulosa para mí y creer que mi pensamiento va a cumplirse, porque no sé si saben que la vida debe pensarse primero, luego se actúa en base al guión escrito y dicen que todo se vuelve realidad.  Me voy a escribir una vida brillante.  Debo inventar una vida llena de luces, colores y sonidos celestiales, y  lograr que mi madre no deje de verme  como un ser hermoso y especial. Estos pensamientos no implican que no quiera a mis locas hermanas, para nada. Sólo deseo tener un presente lleno de amor y tener mi espacio en esta vida, cosa que ellas, mis hermanas, tratan de  quitarme.
Madre, que no sospecha ninguno de mis pensamientos, nos acurruca a las tres y comienza a relatar cuentos de diosas y hadas, que, según ella, siempre nos están mirando. Yo sé que es verdad, porque no hace mucho he visto un par de ellas. Son increíblemente brillantes.
Todo lo que habita en la vida cambia y nosotros también.  Maullido va y maullido viene nuestros pelos fueron creciendo.  Ya soy casi adulta.  Subo cuanto árbol puedo, voy detrás de cada cachorrito que pasa por nuestra morada y observo todo con mucha atención, me encanta desvestir misterios, y eso lleva tiempo, por lo tanto nunca estoy a la vista de má, que vive invocando mi nombre a cada minuto. Yo digo que siempre intenta recuperarme sin haberme perdido. Igual, amo sus maullidos protectores, sus sabios consejos  y sus cuentos antes de dormir.
Nuestra mami, repite y repite que debemos ser buenas almas y disfrutar a fondo el tiempo de la niñez, que ésta etapa no tiene igual, que es el tiempo en el que las imágenes  y las letras se casan con las palabras y permiten  espiar en el mundo de la magia. Un mundo con formas,colores y sonidos muy diferentes al que ven y viven los adultos.
No sé si tiene razón porque yo no soy adulto y por eso no veo lo que ella ve. Pero por si acaso pienso hacerle caso y vivir intensamente esta etapa, después veremos qué pasa.
Plumas corriendo. ¿Qué le pasa al pollo? Corre horrorizado, aturdido y con el pico ensangrentado…Y las patas también…Corre sin aliento. Detrás, ahora lo veo, un gallo viejo lo sigue a la carrera.  No se puede negar, a veces ocurren cosas que dan risa.
Lejos, se escucha la voz de madre: Blanqui… Blanqui…Mi nombre es el mariscal de sus labios.
Parece que madre me ama – aunque nunca lo diga – más que a las otrasdos. Lo sé, lo siento acá en el pecho blanco y sedoso.
La alegría de estos pensamientos dura apenas instantes.  Ellas, mis hermanas, a las que estoy viendo, me juegan sucio, están acariciando y lamiendo el rostro de mami.  Todo el tiempo intentan que me olvide. Por mi bien, espero  que no lo logren.
A veces no sé que pensar…Madre insiste en que nos ama igual a todas; No sé… Siempre me va a quedar la duda… Lo que si puedo contarque con el tiempo todo fue empeorando. Madre le contaba todas las alegrías y desventuras a la más grande. Su opinión parecía importarle demasiado. Y la muy mala se hacía la psicóloga dándole consejos.  Equivocados según mi opinión. 
La astuta de la más chica reía ante mi cara de bronca, y si decía algo también reía,  decía que mamá no tenía en cuenta lo que yo decía, que me tenía que comer dos bolsas de sal -de las grandes - para que mamá empezara a tenerme en cuenta. Yo quería  hacer un pase mágico y que ella desapareciera de mi vista y del mundo. La influencia de las dos en mi madre era terrible. Yo no sabia qué hacer para hacerme notar.
¡Me faltan caricias! ¡Necesito que mi madre me acune en soledad! Sin esos alimentos no podré crecer placenteramente. Mi llanto escapa montado en el manto de la oscuridad…
Ruidos, batir de alas se confunden en mis sentidos. 
El espacio se transforma, las lucen enceguecen… Mi ángel de la Guarda está ahí, frente a mi mirada felina. La imagen se agranda más y más…Ahora toma mi mano y a hurtadillas hace penetrar en mi palma izquierda una piedra de todos los colores de latierra, mientras dice: Sé de tus angustias…Este amuleto te ayudará a sobrellevar tu condición de hermana del medio.
Al cielo llegan muchos pedidos de los hermanos del medio. Sabemos que tienen razón, que sufren muchas injusticias, por eso se decidió ayudarlos con un amuleto invisible, pero con un poder increíble para que las madres no los olviden. Todos los hermanos de tu condición lo tienen,  pero, ¡guay con revelar tamaño secreto! Nuestra Diosa podría enfurecerse y los dones se habrán desvanecido.
Al principio creí  estar soñando pero el camino de estrellas que dejó el ángel me dijo que no soñaba, que “La Operación Salvación de los Hermanos del Medio está en marcha”. Miauuuuuu

 Elba Raquel Aughy
Chascomús





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