LA HERMANA DEL MEDIO
Mi historia será la de la “hermana del medio”. Tal como lo
escuchas. ¿Que tuvo un principio? Si. El 19 de diciembre del año de 2002.
La saga
comenzó ese día. La fecha de nuestro nacimiento.
Mientras
daba vueltas en la panza de mamá aprovechaba a jugar al “Martín Pescador
me dejarás pasar”, con quienes comprendía que iban a ser mis hermanas. Ansiosas
estábamos las tres por salir al mundo exterior y yo quería ser quien
encabezara la fila. Pero el juego me distrajo y cuando quise
reaccionar ya era tarde. La forzuda, tremendo empujón mediante, y ante mi
desconsuelo, pudo colocarse y avistar primero lo hasta ahí desconocido. Y no
sólo eso. La egoísta cerró la puerta casi totalmente para que yo no empañase su
felicidad de haberme ganado a llegar a los brazos de
mamá.
Triste escuché la bienvenida cariñosa. Ahí afuera debía haber
muchos de los nuestros. – Tal vez quince, tal vez veinte –pensé, por las
voces distintas que llegaban a mis oídos sin uso. El alboroto me hacía
pensar en una pelea de todos contra todos, cada unprocuraba ganar un mejor lugar
para la observación del anunciado nacimiento. ¿Habrán venido a verme a mí?
Nunca lo sabré.
Lo que
sí sé es que nací perdiendo. No pude ganarle a esa grandulona arrebatadora, que
con malas artes se coló primera en la estación de la vida.
Sí, soy
la segunda hija de la primer “camada” de mamá, de su estirpe de bigotes y uñas
y, eso me acarreó no pocos problemas desde el vamos. Si hasta ya pensaba
en salir lo más rápido posible para ir a ver un tal Doctor Psicologato, para
hablarle de mi trauma inicial. Porque mi hermana será siempre la más
grande, la más importante y por supuesto va a pensar que siempre tiene razón,
como te hacen creer los hermanos mayores.
Después
supe que cuando ella salió a la luz, mamá se anonadó ante tanta belleza, lamió
entre lágrimas ese cuerpito que aseguraba un futuro brillante y una
destreza conmovedora. Pero primero debió cortar el cordón de plata que la
ataba a ella. Y pasó lo que siempre pasa: la sangre bañó la cara de la cría,
pero en segundos, madre, con su lengua llena de protuberancias ásperas, la dejó
en condiciones para la admiración de propios y extraños. Y no obstante
esa tarea maravillosa nada le impedí el giro independiente de sus
orejas intentando atrapar cada sonido del Cosmos, revisándolos, uno a uno,
precisamente por si alguno le hablaba de peligros cercanos.
Pero
todo indicaba que no. Por eso seguía embadurnando a su niña con baba
limpita. Pasaba su mano a contrapelo acechando a cualquier pulga inconveniente
que quisiese instalarse en la recién llegada. Se escuchan gruñidos. ¡Que miedo!
A todo
esto, mami ya estará perdidamente enamorada de su primera hija. Yo no tengo
dudas.
Como
tampoco las tengo a acerca de su hermosura, por lo que sigo escuchando.
Seguramente el viento de la ternura ya estará jugando a las escondidas entre
sus pelitos, mientras se van acomodando hacia la armonía final y necesaria.
¡Que pena no estar ahí! En tanto yo sigo adentro. Insisto golpeando la
puerta de salida. Pero madre pareciera no oír.
¡Huy, ya
empezaron las diferencias! Pero no me desanimo. Cambio de táctica solamente.
Ahora le hablo directamente al corazón y eso resulta. Esta vez mi madre se
conmueve. Deja a un lado suyo a “la primera”. Aspira todo el aire
que sus pulmones le permiten, lo retiene y comienza a pujar haciendo uso de su incalculable fuerza. Los bigotes
se le juntan con la cara para expulsarme de sus adentros. Ya comienzo a navegar
por las aguas del río de la vida, el mismo que riega el jardín de mamá. Y
acompañada de sus maullidos, sin resistencia ninguna, blondamente, así
aparezco a la vida, yo, la del medio.
El momento
mágico sigue su desarrollo. Nos miramos. Nunca más sentí nada igual ó
parecido. Sus ojos y su voz se distraían esta vez en mí. “Te amo”- me
dijo – y sus palabras fueron una cálida melodía que abrazó todos mis
sentidos. “Tu rostro es angelical, ya mismo intentaré ponerte un vestido
todo blanco”, aunque equivocadamente había pensado para ti retazos
multicolores. Pero no, al verte, en ese mismo instante, comprendí que son
impropios de tu condición.
Madre
juntó sus patas delanteras y mirando al cielo pidió: “Concédeme tu presencia
diosa Paknt “. Yo miré para todos lados y ante mi sorpresa desmesurada la
desconocida – para mí – apareció.
Yo no
atinaba a darme cuenta de lo que estaba pasando. Así que me hice chiquita y
sólo pensé en observar lo que para esta cría estaba cerca de ser un milagro. La Diosa , con plumaje contra el
viento, plegó sus alas y dijo: “¡Aleluya! El cielo de los gatos me ha
designado su enviada ante ti. Pídeme un único deseo, que por extraño que sea,
puedo concedértelo!”
“Gracias
por acudir a mi llamado, dijo mi mamá. Entenderás que mi condición de
parturienta me impide arrodillarme ante ti. Pero escucha mi pedido. Tus dioses
acaban de regalarme una niña de rostro angelical a quien no le va otro ropaje
que un vestido todo blanco.
¡Y, mira
estos retazos! En segundos se me aparecieron como impropios del angelito recién
venido. La Diosa
pareció dudar y dijo: ” Un rostro angelical, que bien lo tiene tu niña, a
veces no dice todo. Esas palabras me molestaron.. ¿Qué sabe ella de
mí? Tal vez sería una Diosa, si, pero a mí se me apareció por
segundos como una bruja mala y fea.
Miren
que dudar así de una recién nacida y menos aún de mí.
Pero
todo fue una falsa alarma. A la siguiente súplica de mamá, la extraña dama tomó
en sus manos aquellos retazos multicolores, batió por tres veces sus
majestuosas alas y como por efectos de magia se transformaron en tan blancos
como los conejos blancos. Otro batir de alas, un gentil saludo – esta vez
me volvió a parecer nuevamente una Diosa – y se fue sin más trámite. Ya no volvimos a
verla, pero tras su partida todos comentaban del milagro producido en
Gatilandia.
Claro
que en un plano más terrestre otras cosas seguían pasando en derredor
nuestro. Mientras las hormigas van dejando un rastro de muchos olores de
camino al hormiguero, cuatro gatitos de pobre apariencia, flacos y mal
entrazados, venían cruzando la calle desde el galpón de chapa, enfrente
mismo a nuestro naciente mundo. Casi se desmayan cuando vieron el vestido
amarillo a rayitas con que mami había vestido a “la primera”. Ni que hablar
cuando vieron mi nuevo manto blanco. Si parecíamos modelos de Gucci-Gat.
Nuestros modelos no tenían remiendos ni costuras a la vista.
Estaban cosidos por las mejores uñas retráctiles- dijo alguien – de una
misteriosa ciudad llamada Paris. Sí, en el mismo lugar donde todas las especies
del mundo, parece, encargan sus crías.
Paris es
un centro de belleza, una posada para los misterios, escuché decir a un gato
viejo, con anteojos de profesor y barba de poeta. Y, siguió diciendo como será
de misteriosa que hasta hoy no se ha descifrado, cómo alma alguna, en estos
tiempos, pudo haber colocadla Cruz Mayor de la
no menos misteriosa catedral de Notre Dame.
Cómo, y
¿para qué están los ángeles?, pensé yo en un arrebato de conocimiento
emparentado con la fe.
Pero
quiero volver a mí. Porque entre relatos, milagros y digresiones todavía no he
terminado de presentarme. – Antes veo como aquellos gatos del galpón de
enfrente vuelven prestos y rezongando al papel que la Naturaleza les confió
en esta vida. Abrumados tal vez por las diferencias sociales. Pero bueno, ni mi
hermana ni yo las hemos provocado, me digo, si no para conformarme, sí para
cerrar este capítulo en el que tal vez pueda profundizar aquel profesor de
gafas y barba blanca.
Mi
familia desciende de la especie del “gato enguantado” – Félix maniculato-,
cuyos primeros “miaus” parecen haberse oído en Nubia, unos miles de años atrás.
Y, que
de dónde saco esto y que el nombre de “gato enguantado “ nos viene porque
la especie en su origen lucía aparentes medias negras por calzado?
Les
diré, sin petulancia alguna: Los gatos sabemos absolutamente todo,
desde la panza. Leemos las mentes, desentrañamos todo misterio que ande dando
vuelta. Usando a vecesla razón, otras el conocimiento
y no pocas la videncia. Adjudicándonos respuestas para cualquier interrogante.
Sabiendo de antemano cosas que otros ignoran. La prueba es que nos adelantamos
a cualquier desastre natural. Sí, corremos primero que nadie.
Aunque
también nos arrodillemos humildemente ante la fe, la piedad. Las buenas obras.
– Ah, lo del ángel de Notre Dame es cierto, el que dude puede ir y mirarlo.
Ahora
les voy a contar un poco de nuestra historia, que sin duda es muy interesante.
Un tal
Termminek, quien desarrollo y probó su teoría del “gato enguantado “, allá por
el año 1826. Avezado lector de nuestros orígenes, acertó en que nuestra
raza, de los desiertos de Nuhá, proliferó luego en el alto Egipto, donde nos
veneraban como a Dioses – y, por eso creemos que lo somos -.
Si hasta
el joven Champolión halló a orillas del Nilo, más precisamente en Beni Hessan,
un templo consagrado a nuestra conocida Diosa Paknt, que tiene cabeza de gata.
¡Qué
dolor! ¡Me picó una hormiga!
Mis tíos
aseguran que los egipcios veneraban a los gatos. Ante cualquier peligro
concreto o acechante, lo primero que hacían era tratar de salvarnos
a nosotros. Si hasta habían legislado en nuestro
favor, imponiendo pena de muerte a quien matara a uno de nuestros parientes
peludos. También me contaron que sus manos nos inmortalizaron en piedra y
lienzos.
Tiempo y
más tiempo fueron mezclando nuestras sangres. Distintas Dinastías se amaron
entre sí. Los cruzamientos fueron múltiples. ¡Y, guay! del que intente
profundizar sobre las distintas genealogías de nuestra raza. Más que un avezado
investigador, tendría que ser un mago. Aunque a mí – bajando el nivel de
razonamiento - me encanta saberme la culminación de incontables amoríos
de tejado.
Todas
estas reflexiones, verdaderas muchas, controvertidas algunas, las hacía
mientras la lengua de mamá acariciaba dulce y abrasadoramente cada parte de mi
cuerpo. Por el resto de mis días seguiré igual: contrariando premisas
comprobadas .desechando mentiras evidentes. Ah, y también intentando
atrapar la verdades de la vida.
Hago un
paréntesis en mis cavilaciones, mientras madre termina de asearme. Ahí caigo-
abstraída como estaba – me olvidé que tendría que nacer vivita y coleando mi
otra hermana si pretendo realmente empezar a ser “la del medio “. Y en
eso anda mamá.
Madre me
contempla con mucha dulzura mientras me pone a un costado de su panza
ensangrentada y comienza con la tarea de traer otro hijo al mundo.
Murmura
plegarias en forma de maullidos. Sus gemidos buscan el tercer milagro del día…
Pero la “más chica” parece resistirse. De afuera, presiento cierta indiferencia
en “la chiquita” y noto el sufrimiento de mi alma-madre, que se vuelve sobre mí
y me abraza, como buscando consuelo, en el día, para mí, más bello del Universo
, me envuelve con su manto de ternura .
Ahora
ronronea, sin resignarse. Tal vez la muy sinvergüenza se siente segura
dentro de la panza y por eso no se anima a dar el gran paso. ¡Pero mire usted
que no animarse a nacer, nada menos! Mamá siente que sus patas le flaquean, el
cansancio parece adormecerla. El vientre se le pone tenso, aunque ahora
parece aflojarse… Y, por fin ella asoma la cabeza, le hecha un primer vistazo
al mundo pero vuelve a desaparecer. Madre se pone en estado de bronca manifiesta.
Le da rabia que desde el principio sea tan caprichosa. Si hasta las cucarachas
cercanas comienzan con sus murmullos. Claro que madre las escucha aunque
sin hacerles caso. Su sabiduría rechaza el chisme con mala intención, y
dice: “Los chismosos son muy aburridos, porque no sólo se ocupan de descubrir
secretos sino que además se lo cuentan a otros como ellos, y así todo…”
¿Tendrá
razón mi madre?
Todos
quieren vernos…Entre ellos las mariposas, que pasan y pasan sobre nosotras…
Repentizan todo tipo de acrobacias. Si hasta ahuyentan a un molesto murciélago
que venía por su cena anticipada y emitiendo sonidos que asustan.
¡Ay!
Aterran los maullidos de mamá…Luego dice: “¡Basta de tonterías, niña
caprichosa!
¡Sal
ya! Silencio casi absoluto. La tozuda mantiene en vilo el
disgusto-sufrimiento de mi reina-madre.
¡Jesús,
es que ya no aguanto ni un segundo más! Casi implora. Pero nada.
Bien,
saldrás si o si, se decide. Otra vez se hace de todo el aire disponible y
permitido. Puja que te puja. Medio cuerpo ya está afuera, pero…Saben, todavía
no ha terminado de nacer y ya me tiene aburrida.¡ ay , lo que va a ser mi vida
entre la forzuda y esta minúscula egoísta y caprichosa! No quiero pensar…
Decido distraerme en el mientras tanto. Pero nada promete ser importante. Aunque
sí.
¿Qué
animalito es ese, que teje y teje, cual Penélope de la naturaleza algo que
asimila ser una tela? ¿Estará confeccionando su propio vestido de bodas?
No,
niega mi hermana, Se trata de una araña y no hace más que preparar la
base de sustento cotidiano. Lo que está fabricando es una terrible trampa.
Claro que de seda, para ser más precisos. En ella caerán moscas como moscas,
insectos de todo tipo y color. No sé si lo ves, porque todavía estás
medio chicata. Pobre, eso es lo que ella cree, pienso para mí. Yo veo. Allá
vienen…En ingenuo vuelo, las primeras presas de la tejedora.
Efectivamente.
Tres moscas de pequeño tamaño enredan sus cuerpos en la fina trampa. La
araña cae sobre las presas sin compasión alguna. Ya saciada, me mira y arremete
desde su castillode hilos babosos: “esto que viste no es más que la vida. El
bien y el mal pelean por sus propios espacios. Y yo no sé de qué lado
estoy en esa lucha. Algunas cosas que son buenas para unos son malas para
otros. Pretendo conservar, eso sí, mi propio lugar. Y, además, seguir comiendo
“.
¡Me da
terror la peluda…! Pero la sigo mirando. Parece que me quiere hipnotizar la patuda. Después cierro los ojos.
Los abro y los vuelvo a cerrar… ¡Tengo mucho miedo…!
La
tardecita va dejando paso a la primera noche de mi vida. La sigo mirando a la
peluda y me digo: Al contrario de Penélope, la araña no empieza a destejer su
tela. Nadie navega hacia ella. Solo volarán mañana, desprevenidas presas de las
que dará cuenta sin culpas. Los pequeños Ulises serán abatidos sin
poder volver a Itaca.
Chistidos,
ruidos a ramas que caen. La noche cuenta cosas que mejor no develar.
Pero
volvamos ahora a nuestra propia “odisea”. Mamá ya no soporta más estas
idas y vueltas de la terrible pequeña. El ceremonial que está imponiendo nos
tiene hartos a todos. La forzuda duerme intentando sobrellevar mejor su propio
hastío. Un disco amarillo, que parece brillar con luz propia – después me
enteré que se la prestan – me giña un ojo desde el cielo. ¡Epa! Esperen a que
crezca, que yo también tendré mis propios tejados. Por ahora no quiero guiños
de extraños. Estoy en otra cosa.
Mamá
ensaya su último y casi desesperado argumento: “Te estás perdiendo montones de
delicias que da la vida. ¡Vamos, afuera!
Toda la
naturaleza aguarda en suspenso.
La
paciencia de mi mami manifestó su agotamiento. Tiro de las patitas caprichosas
con todas sus fuerzas y al final la egoísta chiquita salió, claro que con
una manita quebrada en dos partes.Madre se lamenta y ella llora. Llora sin
parar la muy ladina. Así vino a la vida: enojada y con los puños cerrados,
actitud que Dios mediante le concederá sus primeros éxitos en la vida,
especialmente cuando especializó en la defensa de nuestros derechos y
garantías ante el pretendido avance del mundo de los perros. ¡Es terrible! Con
sus ojos verdes penetrantes y pretendidamente misteriosos, es terrible.
Maullidos
por aquí y por allá…Llegó cargada de gritos, sino violentos, al menos
inconvenientes para una dama como yo. Mamá-vida la recibió con algunos sacudones,
que no era otra cosa que querer disimular un enojo ya casi desvanecido por el
amor de madre. Y ella, sin siquiera disculparse hasta rozó el atrevimiento con
una mirada no exenta de sarcasmo. Madre, ensayó adoptar un aire militar ante
esa actitud pero la chiquita la ignoró mirando para otro lado.
Sí, hubo
muchos contratiempos, pero bueno, las tres ya estamos en el mundo de los vivos.
Nuestra suerte primigenia fue precisamente esa: nacer vivas,
como no todos tienen la suerte de hacerlo. Ningún malvado programa
de población mundial nos lo impidió. Somos tres y llegamos casi juntas. Y
estamos juntas. Claro que no sin problemas.
Mamá me
mira y dice: -Córrete un poquito hacia la izquierda para que pueda cubrir a tu
hermana más grande mientras me ayudas a darle calor a mi chiquita. Fíjate, está
casi fría –“
Gotas de
olvido caen sobre mami. Ya no recuerda ningún dolor. Sonríe y nos cubre con su
cuerpo cansado.
¡La
imaginación de Dios no tiene fronteras! Mira que hacernos tan bonitas e
inteligentes…
Cientos
de abejas visitan las flores y saludan a ma. La felicitan por el feliz
alumbramiento.
Má nos
explica que esas voladoras son buenas hasta ahí nomás, que tenemos que tener
cuidado con ellas y sus terribles aguijones.
¡Ma…! La
más chiquita me hace burla mientras la más grande me muerde. Este mundo es
terrible.
Madre
contesta: esto no es nada, comparado con los desafíos que deberás enfrentar al
asomar los bigotes en el mundo más grande. Pero, igualmente, la exploración de la vida es muy interesante y está
llena de sorpresas. ¿Qué son esos monstruos? – pregunto. Previa mirada mi
hermana responde: Pollitos. Están buscando alimento.
Córrete.
No me toques, dice la más grande. Yo la muerdo.
¿Entre
tres hermanas, dónde crees que me sitúo yo? En el medio. Ahí donde no es fácil
que te tengan en cuenta. La más grande se cree que se las sabe todas y la más
chica se hace la indefensa. Las diferencias me abruman. Todos
saben que para un niño el mundo empieza y termina en los brazos de su madre.
Ellas me tienen al medio, para que má no pueda tocarme con sus suaves
manos. Esta realidad debe cambiar. Tengo que pensar una vida
fabulosa para mí y creer que mi pensamiento va a cumplirse, porque no sé si
saben que la vida debe pensarse primero, luego se actúa en base al guión
escrito y dicen que todo se vuelve realidad. Me voy a escribir una vida
brillante. Debo inventar una vida llena de luces, colores y sonidos
celestiales, y lograr que mi madre no deje de verme como un ser
hermoso y especial. Estos pensamientos no implican que no quiera a mis locas
hermanas, para nada. Sólo deseo tener un presente lleno de amor y tener mi espacio en
esta vida, cosa que ellas, mis hermanas, tratan de quitarme.
Madre,
que no sospecha ninguno de mis pensamientos, nos acurruca a las tres y comienza
a relatar cuentos de diosas y hadas, que, según ella, siempre nos están
mirando. Yo sé que es verdad, porque no hace mucho he visto un par de ellas.
Son increíblemente brillantes.
Todo lo
que habita en la vida cambia y nosotros también. Maullido va y maullido
viene nuestros pelos fueron creciendo. Ya soy casi adulta. Subo
cuanto árbol puedo, voy detrás de cada cachorrito que pasa por nuestra morada y
observo todo con mucha atención, me encanta desvestir misterios, y eso lleva
tiempo, por lo tanto nunca estoy a la vista de má, que vive invocando mi nombre
a cada minuto. Yo digo que siempre intenta recuperarme sin haberme perdido.
Igual, amo sus maullidos protectores, sus sabios consejos y sus cuentos
antes de dormir.
Nuestra
mami, repite y repite que debemos ser buenas almas y disfrutar a fondo el
tiempo de la niñez, que ésta etapa no tiene igual, que es el tiempo en el que
las imágenes y las letras se casan con las palabras y permiten
espiar en el mundo de la magia. Un mundo con formas,colores y sonidos muy diferentes
al que ven y viven los adultos.
No sé si
tiene razón porque yo no soy adulto y por eso no veo lo que ella ve. Pero por
si acaso pienso hacerle caso y vivir intensamente esta etapa, después veremos
qué pasa.
Plumas
corriendo. ¿Qué le pasa al pollo? Corre horrorizado, aturdido y con el pico
ensangrentado…Y las patas también…Corre sin aliento. Detrás, ahora lo veo, un
gallo viejo lo sigue a la carrera. No se puede negar, a veces ocurren
cosas que dan risa.
Lejos,
se escucha la voz de madre: Blanqui… Blanqui…Mi nombre es el mariscal de sus
labios.
Parece
que madre me ama – aunque nunca lo diga – más que a las otrasdos. Lo sé, lo
siento acá en el pecho blanco y sedoso.
La
alegría de estos pensamientos dura apenas instantes. Ellas, mis hermanas,
a las que estoy viendo, me juegan sucio, están acariciando y lamiendo el rostro
de mami. Todo el tiempo intentan que me olvide. Por mi bien, espero
que no lo logren.
A veces
no sé que pensar…Madre insiste en que nos ama igual a todas; No sé… Siempre me
va a quedar la duda… Lo que si puedo contarque con el tiempo todo fue
empeorando. Madre le contaba todas las alegrías y desventuras a la más grande.
Su opinión parecía importarle demasiado. Y la muy mala se hacía la psicóloga
dándole consejos. Equivocados según mi opinión.
La
astuta de la más chica reía ante mi cara de bronca, y si decía algo también
reía, decía que mamá no tenía en cuenta lo que yo decía, que me tenía que
comer dos bolsas de sal -de las grandes - para que mamá empezara a tenerme en
cuenta. Yo quería hacer un pase mágico y que ella desapareciera de mi
vista y del mundo. La influencia de las dos en mi madre era terrible. Yo no
sabia qué hacer para hacerme notar.
¡Me
faltan caricias! ¡Necesito que mi madre me acune en soledad! Sin esos alimentos
no podré crecer placenteramente. Mi llanto escapa montado en el manto de la
oscuridad…
Ruidos,
batir de alas se confunden en mis sentidos.
El
espacio se transforma, las lucen enceguecen… Mi ángel de la Guarda está ahí, frente a
mi mirada felina. La imagen se agranda más y más…Ahora toma mi mano y a
hurtadillas hace penetrar en mi palma izquierda una piedra de todos los colores
de latierra, mientras dice: Sé de tus
angustias…Este amuleto te ayudará a sobrellevar tu condición de hermana del
medio.
Al cielo
llegan muchos pedidos de los hermanos del medio. Sabemos que tienen razón, que
sufren muchas injusticias, por eso se decidió ayudarlos con un amuleto
invisible, pero con un poder increíble para que las madres no los olviden.
Todos los hermanos de tu condición lo tienen, pero, ¡guay con revelar
tamaño secreto! Nuestra Diosa podría enfurecerse y los dones se habrán
desvanecido.
Al
principio creí estar soñando pero el camino de estrellas que dejó el
ángel me dijo que no soñaba, que “La Operación Salvación
de los Hermanos del Medio está en marcha”. Miauuuuuu
Elba Raquel Aughy
Chascomús
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