CHIRUJITA,
LA BRUJITA DISTRAÍDA
Había una vez un castillo muy alto, muy alto, en
el lejano pueblo de Chinchiriburunquia.
En él vivía una princesa, que estaba muy triste,
porque no podía encontrar un príncipe que se enamorara de ella.
No muy lejos del castillo, vivía la brujita
Chirujita, que no era una bruja mala como las otras brujas, pero sí, muy
distraída.
Un día, la princesa fue a visitar a Chirujita
para pedirle que la ayudara a encontrar a su príncipe azul.
La brujita miró a la princesa, que de verdad era
muy fea, y pensó: “Lo primero que voy a hacer es mejorar su aspecto”-
Entonces tomó su varita y dijo: “Chinchiribín,
chinchiribosa, que la princesa se vuelva hermo…achús, achús… osa…” –
Como el hechizo había sido interrumpido por sus
estornudos, salió muy mal. Cuando vió lo que había pasado, se tapó los ojos con
las dos manos , y luego la boca, para no gritar de asombro. La princesa tenía
ahora un rostro bellísimo, pero el cuerpo gordito y peludo de una osa.
Al verse así, la princesa salió corriendo
avergonzada, a refugiarse entre unos árboles del bosque y al verla, las otras brujas se
rieron de Chirujita.
Unos días después, la visitó un príncipe, que
también estaba buscando a su gran amor.
-Es muy flaco y debilucho. Lo haré grande y
musculoso”- pensó Chirujita.
Entonces levantó su varita y dijo “chinchiribín,
chinchiriboso, que el príncipe sea musculo…. Hip… hip… oso”.
Como no había podido completar el hechizo a
causa del hipo, el resultado obtenido no había sido el desado. El príncipe
tenía un cuerpo armonioso, con grandes músculos, pero su cara estaba cubierta
de pelos y en su cabeza le habían salido dos redondas orejitas de oso.
El príncipe, asustado por su nueva apariencia,
corrió a ocultarse en el bosque.
Cuando lo vieron, todas las otras brujas se
rieron de Chirujita.
Una hermosa tarde de sol iban el príncipe y la princesa
llorando sus penas cada uno por su lado y se cruzaron en un claro del bosque.
-“¡qué hermosas piernas de bailarina tiene
usted, señorita!- le dijo él mirando a la princesa con sus grandes ojos de
oso.- ¿Aceptaría bailar conmigo?-
La princesa se puso colorada de la emoción y
mirándolo con sus ojos de princesa, mientras
xx
se tomaba de su brazo musculoso le respondió:-
Cómo no, señor, me encanta su porte de caballero…”-
Los dos bailaron una melodía que cantaban los
pajaritos del bosque y se enamoraron.
Muy felices, corrieron a sus palacios a contarle
a sus respectivas familias que habían encontrado el amor, y que se haría una
gran fiesta, a la que invitarían a todos los habitantes de los dos reinos, para
celebrar el casamiento.
El día que se casaron, también invitaron a la
fiesta a Chirujita porque, a pesar de todo, se habían conocido gracias a ella.
Pero cuando estaban brindando, la brujita
distraída, que había tomado unas copitas de más, dijo, moviendo su varita
mágica: Chinchiribín, chinchiribices, que el príncipe y la princesa sean feli…
- y se distrajo espantando una mosca que le zumbaba en el oído, así que se
olvidó de lo que estaba diciendo y mirando a los invitados dijo –“… linda….
Linda fiesta, apuesto a que sí!! Y se sentó.
El hechizo, como era de esperar, volvió a tener
un resultado inesperado. Todos miraron asombrados y comenzaron a aplaudir a
Chirujita. La princesa no tenía más cuerpo de osa, era una linda señorita y el
príncipe había cambiado su cara de oso por la de un joven muy
apuesto.
El
príncipe y la princesa vivieron felices para siempre y las demás brujas jamás
volvieron a reírse de Chirujita.
María Cristina Martínez
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
No hay comentarios:
Publicar un comentario